Siempre he pensado que comprar libros usados tiene algo de magia.
Ver las portadas en colores desgastados, con todo el estilo vintage, y las
hojas amarillas ya un poco gruesas, es un verdadero placer para mí.
En el centro de mi ciudad, cada viernes y sábado se ubica una
kombi a vender libros. Además de ser un medio de transporte, tiene la
particularidad de vender libros usados. Llevo años comprando allí, tanto así
que la vendedora siempre me hace descuentos y conversamos sobre lo que hemos
leído, lo que nos gusta y lo que no.
Hoy compré dos libros y uno de ellos traía algunas sorpresas.
"El sabueso de los Baskerville" de Arthur Conan Doyle me
llamaba a gritos: ¡Cómprame! Generalmente se me hace difícil no responder al
llamado de un libro, así que heme aquí; lo compré.
Al hojearlo apareció la fotografía de una anciana, sin nombres ni
fechas.
Tuve curiosidad por ver el nombre del dueño, pero de este no había rastro. Mi sorpresa más grande fue encontrar una pequeña carta. La dedicatoria
del libro al ser regalado.
Sin duda fue un regalo hecho con mucho amor, y de seguro leído con
gran disfrute.
Pero mi pregunta es ¿Por qué estaba en un puesto de libros usados, a la venta? Yo no tendría el valor de deshacerme de un libro regalado. Bueno,
independiente de las circunstancias que lo llevaron a ese lugar, ahora está en
mis manos y no me queda más que imaginar la historia que trae detrás y
disfrutar mi lectura.
Es por eso y muchas más razones que deseo comprar libros usados.
Cada uno lleva magia e historia en su interior, y algún pedacito del dueño
anterior flota entre sus páginas.